Cuando pienses que la noche se ha instalado en tu mente/ que en tu interior estás retorcido y angustiado,/ deja que te demuestre que estas ciego./ Baja las manos porque puedo verte./ Yo seré tu espejo.

-Lou Reed

viernes, 31 de diciembre de 2010

A veces nos pensamos demasiado las cosas



Se sentía como aquellos momentos en los que no estás segura de estar haciéndolo bien.

De no saber si seguir intentándolo, o dejar que el dolor fluya y te tire al suelo con un golpe sordo.
Sabía a aquellos momentos de desesperación en los que gritas y gimes sin sentido alguno, tratando inútilmente de liberar todo el dolor.

Pero era peor, mucho peor. Porque no podía hacer nada de eso, o no debía hacerlo.

Tu estabas ahí, mirándome como interrogándome con la mirada, como bebiendo mi alma. Y yo de pie frente tuyo, conteniendo la respiración, esperando la respuesta a la frase dicha. “Me gustas”.

Entonces me sentí como una estúpida. ¿Porqué lo había dicho?, después de todo no ibas a tomarme en tus brazos y cargarme a tu caballo blanco, ni siquiera era muy probable que me digieras algo así como “Tu también me gustas” o “Entonces seamos novios, porque eres el amor de mi vida”. Esas cosas sólo sucedían en cuentos de hadas.

Poco a poco me fui olvidando de que seguías ahí de pie observándome, y de que yo aún contenía la respiración. Sentí como todo el peso del mundo se me venía encima, tu silencio me abofeteaba con fuerzas. Tuve deseos de huir, de llorar, de reírme como tonta y decir que era una broma, para luego tirarme a la cama a llorar.

-Natalia… te estás poniendo azul – esas palabras mi cerebro no las interpretó correctamente, ni siquiera creo que las haya interpretado, el pobre estaba aún aturdido por semejante estupidez- Natalia, tienes que respirar – insististe. No, lo lamentamos, en estos momentos el señor cerebro se fue de vacaciones, favor de dejar un recado.- ¿Natalia? – ¿para qué te esforzabas?, en esos momentos mi cerebro intentaba buscar información sobre quien era Natalia, y porqué estaba azul-

Y por eso me sorprendió que tomaras mi cara entre tus manos y me besaras con ímpetu. Mi cerebro se sacudió por una descarga eléctrica precipitada y en cuanto me soltaste di una gran bocanada de aire.

-Tú también me gustas Nati, pero por favor no te alteres tanto la próxima vez que no te responda algo, lo más seguro es que esté buscando las palabras adecuadas p…

No alcanzaste a responder porque entonces yo te besé, y luego nos fuimos de la mano.

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